Arquidiócesis Primada de México
VIII Vicaría “San Juan Bautista”

 

“La Iglesia Católica… quiere mostrarse madre amable de todos,
benigna, paciente, llena de misericordia y de bondad
para con los hijos separados de ella” MV 4

Presentación:

 
 La Arquidiócesis de México está subrayando el sentido misionero eclesial, siempre en comunión, porque misión y comunión son dos caras de una moneda: si vivimos en comunión, seremos misioneros; y si somos misioneros, viviremos en comunión. El Señor Jesús nos dijo “Por el amor que se tengan los unos a los otros reconocerán todos que son discípulos míos” (Jn 13,35).
 
Estamos llamados a transparentar al Padre misericordioso, primero con la presencia, gestos y actitudes, y luego con las palabras. De nuevo el Señor Jesús nos exhorta “sean misericordiosos como su Padre es misericordioso” (Lc 6,36)
 
El plan pastoral vicarial nos ofrece pautas para el trabajo, nos ayuda a descubrir cómo Dios nos lleva y acompaña en nuestro caminar. Nosotros colaboramos en la obra de Dios.
 
 
+ Andrés Vargas Peña
 
Vicario General y Episcopal de la VII Vicaría San Juan Bautista.
 
 
 

Introducción:

 
Como sabemos, el cristiano se presentó ante el mundo con la conciencia de un encargo universal (Mt 28, 19s; Hch 1,8), más aún, tuvo que considerarse como universal y como destinado para todos los pueblos, porque veían en la fe un bien que no les pertenecía a ellos solos, sino un bien al que todos los seres humanos tenían derecho. Este es, de alguna manera, el origen de la vocación misionera de la Iglesia. 
 
El Plan Pastoral Vicarial nos motive a una nueva manera de hacer pastoral.
 
Todo plan pastoral debe tener en cuenta que el Evangelio no ha perdido su contenido y que Cristo no está recluido en el pasado. Por lo tanto, no existen estrategias para fabricar la esperanza: Cristo es la esperanza. Desde esta perspectiva, nuestro plan pastoral vicarial buscará reanimar la realidad parroquia, decanato, vicaría- diócesis, como  ámbitos para conocer y experimentar la misericordia de Dios mediante el encuentro personal con Jesucristo.
 
El año jubilar de la misericordia nos ha impulsado a anunciar, celebrar y vivir la misericordia cómo una manera de realizar nuestra pastoral eclesial.
 
 

I.- Nuestro caminar. Una mirada histórica

En 1945 se celebró el I Sínodo de la Arquidiócesis de México, convocado por el Siervo de Dios Don Luis María Martínez. Su sucesor, Don Darío Miranda (29-06-1956 toma de posesión), comienza a dar estructura al trabajo pastoral de la Arquidiócesis: agrupa parroquias en decanatos (1964-1966) y en consonancia con el Espíritu del Concilio Vaticano II, se formó en 1967 el Consejo Presbiteral y hacia 1975 las Gerencias o Zona de Pastoral.

Don Ernesto Corripio Ahumada (25/11/1977, toma posesión), fue transformando las Delegaciones en Vicarías Episcopales Territoriales, con un Obispo Auxiliar a la cabeza (1979-1981). Así, el 30 de septiembre de 1979 fue erigida la VIII Vicaría Episcopal bajo el patronazgo de San Juan Bautista y eligiéndose la Parroquia de San Bernardino de Siena, Xochimilco, como sede litúrgica; siendo su primer Obispo el Excmo. Sr Don Jorge Martínez Martínez (1979). Su legado se plasma en la realización del II Sínodo Diocesano convocado por el Sr. Cardenal Ernesto Corripio y donde él fungió como vicepresidente.

El 26 de julio de 1995 tomó posesión de la Arquidiócesis Don Norberto Rivera Carrera. Una de sus prioridades fue el compromiso de asumir las conclusiones del II Sínodo, a través de la realización de las Asambleas Arquidiocesanas y las Orientaciones Pastorales.

Tras la muerte de Don Jorge (1994) asumió el cargo como Vicario Episcopal Mons. José Villicaña. El tercer Vicario Episcopal fue Monseñor Pedro Tapia Rosete (1997 – 2000). El cuarto Vicario Episcopal fue  el Excmo. Sr. Don Rogelio Esquivel Medina (2001- 2008). De 2008 a 2010, fungió como Pro- Vicario el Sr. Pbro. Carlos Ruíz y Alvarado. Nuestro actual Vicario Episcopal es el Excmo. Sr. Don Andrés Vargas Peña (2010 a la fecha).

 

II.- Nuestra realidad. Una mirada humana y cristiana.

Nuestra Arquidiócesis, asentada en la Cuidad de México, manifiesta numerosos rostros; constituye un lugar de contrastes y paradojas, en ocasiones, desconcertantes; genera sus seducciones porque implica espacios de comportamientos, modas e innovaciones continuas y, al mismo tiempo expresa sus precariedades en el anonimato, la soledad, la violencia y la desigualdad social. Ello exige el anuncio evangelizador en los diversos escenarios culturales y sociales, porque la fe cristiana reconoce la presencia del Dios vivo y misericordioso en los sitios más inesperados y absolutos de la urbe.
 
Somos conscientes de que el Dios de Jesucristo es un Dios de misericordia y que ofrece un camino de liberación, que sólo puede ser tomado por quien lo descubre y lo asume como propio. El rostro de Dios en la ciudad está todavía escondido pero latente. La Octava Vicaría es consciente de ello y de los rostros, los contrastes y los escenarios de la urbe que tocan su realidad. Ella ocupa la mayor extensión territorial de la Cuidad de México, está integrada por las delegaciones Milpa Alta, Tláhuac y Xochimilco, la zona rural de Tlalpan y una pequeña fracción de Iztapalapa.
 
Encontramos, como mosaico, los pueblos originarios que se resisten a entrar en la dinámica de la cuidad, que ante todo desean conservar sus tradiciones y costumbres, y defienden con toda legalidad sus derechos sobre la tierra y sus posesiones. Sin embargo, la mancha urbana se ha extendido ya, teniendo no sólo a los nativos de estos pueblos, sino a nuevos vecinos que en muchos de los casos no comparten sus costumbres y tradiciones.
 
En este marco, descubrimos también las zonas urbanizadas, que sobreviven en condominios y unidades habitacionales. En estos lugares, además de la complejidad de convivencia, se encuentra la cultura de la muerte, manifestada en las situaciones de drogadicción, alcoholismo, prostitución.
 
Los asentamientos irregulares son otra realidad que nos aqueja;  hermanos pobres que sufren el desempleo y la falta de oportunidades, tierra fértil para desarrollar una política partidista, que se hace sólo en época electoral. En estos hermanos desafortunadamente tenemos una religiosidad popular que se expresa en un ritualismo mágico, sin una verdadera evangelización.
 
Como riqueza de esta zona de pastoral contamos con grandes reservas ecológicas que van desde los canales de Xochimilco, hasta la parte montañosa que colinda ya con los estados de Morelos y México. Esto permite que muchos de nuestros hermanos realicen actividades propias del campo, y haya turismo que comparte nuestros recursos.
 
En el tema educativo, la mayor parte de la población (98%) está alfabetizada. Se cuenta con suficientes escuelas que van desde la educación primara hasta la preparatoria; no es así con respecto a los estudios superiores o universitarios. Aunque sí están representadas la UNAM con la Facultad de Artes, y el IPN con la Escuela de Medicina.
 
Sobre la cuestión Laboral, sobresale la actividad comercial, la industria manufacturera y en las zonas de Milpa Alta y Xochimilco un alto porcentaje de las personas dedicadas a la agricultura.
 
Otro factor de importancia: el fenómeno de la Migración. Destacan los casos de Milpa Alta y Xochimilco, donde sus habitantes emigran hacia Canadá y EU. Por el contrario, las personas inmigran hacia nuestro territorio en su mayoría son originarios de los siguientes estados: Estado de México, Veracruz, Puebla, Oaxaca, Michoacán, Hidalgo, Chiapas, Jalisco. Estos inmigrantes hablan 59 lenguas de las 70 reconocidas a nivel nacional.
 
En la esfera religiosa, en el año 2000 un promedio de 90.4 % de la población se declaraba católica; mientras que en el año 2010 había bajado al 82.47 %. Ha habido cada vez más presencia de cristianos, evangélicos, y otros grupos religiosos. En este ámbito, se percibe una especie de sincretismo religioso que se mueve entre la religiosidad popular y las características de la parroquia urbana.
 
Por lo que toca a nuestras familias, sigue predominando en nuestra Vicaría la vida familiar tradicional; la principal composición (papá, mamá, hijos) todavía es alta en valores, tradiciones y cultura. Cabe resaltar que la media de la población en este territorio, en su mayoría es joven. ¹
 
En el hoy de nuestra historia, la Vicaría está constituida por 35 Parroquias y 13 Rectorías, organizadas en 5 decanatos y atendidas por 63 sacerdotes (diocesanos y religiosos).
 
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¹ Los datos descritos en este apartado fueron tomados del Centro del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), realizado en el 2015.
 

III.- Nuestras convicciones teológico – pastorales. Una mirada misericordiosa.

 Jesucristo enviado del Padre y rostro de su misericordia (Cf. MV 1), que con su presencia y manifestación personal, con palabras y con obras, señales y milagros, y sobre todo con su muerte y resurrección gloriosa de entre los muertos, así como con el envió del Espíritu Santo lleva a plenitud la revelación, nos libra del pecado y de la muerte y nos da vida eterna (Cf. DV 4). Es Él quien ha querido llamar a los hombres: “Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar” (Mc 3,14), para conformar una nueva familia (Mt 12,49-50), invitada a una vida común que anunciara y testimoniara la vida misma de Dios Trinidad (Cf. OP 2016, 37-39).

Esta nueva familia –la Iglesia- se configura como Cuerpo Místico de Cristo (Cf. 1Co 12,27), sacramento del Señor, signo de su presencia y de su acción salvífica para toda la humanidad. Por lo tanto, es la Iglesia que con un solo corazón y una sola alma (Cf. Hch 4,32) da respuesta al llamado del Señor, se empeña en un proceso de conversión, viviendo con alegría la comunión. Ésta, la comunión eclesial, se manifestó y se vivió, en la comunidad primitiva, mediante la experiencia de la Iglesia universal e iglesia particular. Así se constata, por ejemplo, en el modo en que San Pablo se dirige a sus comunidades: “A todos los que están en Roma” (Rm 1,7); “a la iglesia de Dios que reside en Corinto” (1 Co 1,2; 2 Co 1); “saludamos a las Iglesia de Galacia” (Gál 1,2). De modo que la experiencia de ser iglesia se vive en la Diócesis como iglesia particular; al hablar de ella no se refiere sólo al territorio, sino principalmente al pueblo de Dios que la conforma (ECUCIM 3817).
 
La iglesia particular se confía al Obispo, quien con la colaboración de sus sacerdotes constituye la Iglesia de Cristo una, santa, católica y apostólica (ECUCIM 3816).
 
Cabe señalar cómo las vicarías territoriales, guiadas por los obispos auxiliares, han de estar en sintonía con la Arquidiócesis tanto en la organización como en la función (ECUCIM 3798), pero sobre todo en la comunión por el Espíritu. Por tanto, han de proceder en unánime armonía con el Sr. Arzobispo (ECUCIM 3819). Los planes de pastoral de las vicarías han de seguir las orientaciones pastorales que cada año da el Sr. Cardenal, al mismo tiempo que han de responder a las propias circunstancias vividas, iluminadas por la Palabra del Señor.
 
En este sentido, las orientaciones pastorales del 2016 hacen hincapié en la necesidad de un proceso de cambio personal y eclesial. De hecho, es la razón por la que la misión en nuestra Arquidiócesis de México no puede ser sino permanente (OP2016 No 72). El mismo documento refiere un dinamismo circular entre conversión, encuentro y misión.  La conversión lleva a la comunión, al encuentro, y ésta dispone los corazones para la misión (OP2016 No 73). Por eso, la parroquia y el decanato, elementos constitutivos de nuestro ser Iglesia, siempre tiene que girar en torno a la conversión, a la purificación y a la comunión.
 
El Decanato procura una pastoral de conjunto, en donde se fomente la comunión y la participación de todos los agentes de pastoral para atención de los fieles entre las parroquias vecinas. Un espacio de comunión pastoral, que se convierta en un lugar de encuentro, donde se estrechen las relaciones humanas y la amistad entre los Presbíteros, los religiosos y los laicos, y se edifiquen mutuamente en el Señor. Sea un ámbito donde se favorezca la pastoral orgánica y de conjunto con el fin de aplicar los proyectos diocesanos de pastoral.
 
En la parroquia se nace a la vida cristiana mediante el bautismo, se crece a través de los sacramentos y se madura en la fe por la formación, en la escucha de la palabra.  Es en la parroquia donde nos percatamos que existe un nosotros de la fe y este nosotros genera una nueva comunidad que el sujeto no puede mirarla más que como don. Por eso, la parroquia, aunque implique un horizonte geográfico, es más que un espacio físico, es un espacio de encuentro que tiene como centro y culmen la celebración Eucarística, en donde se obtiene la fuerza para salir hacia las periferias, hacia los necesitados.
 
Las enseñanzas recientes del Magisterio de la Iglesia sobre este punto, son abundantes, entre las cuales podemos recoger a modo de síntesis diez expresiones que consideramos claves de la parroquia en su labor evangelizadora:
 
1.- Espacio de Misericordia. El misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en la palabra misericordia. La Palabra se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret. La parroquia, como la Iglesia, quiere mostrarse madre amable de todos, benigna, paciente llena de misericordia y de bondad para con todos. En la vivencia de las obras de misericordia, encontramos el camino para ser espacio y expresión de la misma compasión de Jesús, que desde cada parroquia mira y se ocupa de todas nuestras necesidades.
 
2.- Casa de puertas abiertas. La Iglesia está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre. Uno de los signos concretos de esa apertura es tener templos con las puertas abiertas en todas partes. Todos pueden participar de alguna manera en la vida eclesial, todos pueden integrar la comunidad, y tampoco las puertas de los sacramentos deberían cerrarse por una razón cualquiera. (EG47). Ante el hecho de algunos que se han alejado de la Iglesia es importante reforzar: la experiencia kerigmática, la vivencia comunitaria de una iglesia más acogedora, la formación bíblico-doctrinal y el compromiso misionero de toda la comunidad (Cf. DA 226).
 
3.- Casa de oración. Siempre hace falta cultivar un espacio interior que otorgue sentido cristiano al compromiso y a la actividad. Sin momentos detenidos de adoración, de encuentro orante con la Palabra, de diálogo sincero con el Señor, las tareas fácilmente se vacían de sentido, nos debilitamos por el cansancio y las dificultades, y el fervor se apaga. Toda parroquia necesita imperiosamente el pulmón de la oración (EG 262), cuyo culmen es la celebración dominical de la Sagrada Eucaristía.
 
4.- Casa de comunión. La parroquia, como comunidad de amor, está llamada a reflejar la gloria del amor de Dios que es comunión, y así atraer a las personas y a los pueblos a Cristo. Esto conlleva el reto de revisar y renovar las parroquias en orden a estar todavía más cerca de la gente, creando ámbitos de viva comunión y participación, que propicien la actividad misionera de todos los laicos (Cf. EG 28). La diversidad de carismas, ministerios y servicios abre el horizonte para el ejercicio cotidiano de la comunión a través de la cual los dones del Espíritu son puestos a disposición de los demás para que circule la caridad (Cf. 1 Cor 12,4-12). (DA 162).
 
5.- Espacio de escucha de la Palabra de Dios y de formación. Toda parroquia está llamada a ser el espacio donde se recibe y acoge la Palabra, se celebra y se expresa en la adoración del Cuerpo de Cristo, y, así, es la fuente dinámica del discípulo misionero. Su propia renovación exige que se deje iluminar siempre de nuevo por la Palabra viva y eficaz. (DA 172). La formación de los bautizados comporta un proceso de encuentro, conversión, discipulado, comunión y misión (DA 278); y unas dimensiones: humana y cristiana, espiritual, intelectual, pastoral y misionera (DA 280). El sacerdocio ministerial ejercido en la cultura actual tiene varios retos: la formación permanente, la propia identidad, y la vida afectiva, que se nutre en una experiencia personal de encuentro con Dios y con los hermanos.
 
6.- Espacio para el discernimiento y la planificación. Parroquias vibrantes tienen una visión y metas que apoyan la visión compartida. Los objetivos deben ser establecidos para todas las pastorales. Ellos deben ser desafiantes pero realistas y, cuando sea posible, medibles. En orden a que este impulso misionero sea cada vez más intenso, generoso y fecundo, exhorto también a cada Iglesia particular a entrar en un proceso de discernimiento, purificación y reforma. (EG 30). La pastoral en clave de misión pretende abandonar el cómodo criterio pastoral del <<siempre se ha hecho así>>.  Invito a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las escrituras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades. (EG 33).
 
7.- Espacio abierto a la renovación. La parroquia es un espacio que ofrece a los creyentes, un anuncio siempre nuevo y renovador, que produce en quien escucha una nueva alegría en la fe y una fecundidad evangelizadora. La renovación de las parroquias exige reformular sus estructuras, para que sea una red de comunidades y grupos, capaces de articularse logrando que sus miembros se sientan y sean realmente discípulos y misioneros de Jesucristo en comunión. (DA 172).

8.- Fuente de testimonio y alegría. Un ingrediente clave es el testimonio personal de los bautizados que ha experimentado un cambio de corazón, como resultado de su compromiso a la corresponsabilidad. El testimonio personal es esencial para construir una base sólida para la corresponsabilidad parroquial. Hoy que la Iglesia quiere vivir una profunda renovación misionera, hay una forma de predicación que nos compete a todos como tarea cotidiana. Se trata de llevar el Evangelio a las personas que cada uno trata, tanto a los más cercanos como a los desconocidos. (EG 127). También los presbíteros estamos llamados a ser discípulos misioneros y servidores, dóciles al Espíritu Santo, atentos a la caridad pastoral y comprometidos con la vida de los más pobres (Cf. DA 199), asiduos a la oración, al sacramento de la reconciliación y que cultiven la devoción a la Santísima Virgen.
 
9.- Fuerza para la misión. La parroquia como expresión de la Iglesia, es la comunidad de los convocados a salir de sí mismos para hacer presente el amor de Dios. Una vez formados, renovados y animados, el discípulo se convierte en misionero. Su testimonio invade todos los ámbitos de su vida cotidiana, y es invitación abierta a que otros sigan el mismo proceso. Por eso toda estructura parroquial debe ser renovada y direccionada en clave misionera.
 
10.- Expresión de participación corresponsable. Las parroquias necesitan una manera sistemática de la infusión de la espiritualidad y la práctica de la corresponsabilidad en la vida parroquial – la identificación de oportunidades para el miembro de la parroquia a compartir su tiempo, talento, tesoro, y el establecimiento de un proceso para reclutar, reconocer, y agradecer personas en todas las pastorales de la parroquia. Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce para la evangelización del mundo actual más que para la auto preservación. (EG 27).
 
Así pues, nuestro plan pastoral vicarial desea fomentar en las parroquias la espiritualidad misionera y misericordiosa (OP2016  No 86). Cabe recordar también las Orientaciones 2003 “La Parroquia, lugar para todos”, donde encontramos desafíos para la comunidad parroquial y cauces para la renovación parroquial…
 

IV.- Nuestros objetivos generales. Una mirada esperanzadora.

Objetivo general: Asumir los desafíos de la realidad, con una mirada de misericordia y con espíritu de comunión, para lograr la inculturación del Evangelio en esta nueva etapa de la misión permanente.

LINEAS DE ACCIÓN
 
1) Responder a la realidad que nos desafía, atendiendo al magisterio de la Iglesia, a las prioridades del II Sínodo Diocesano y a las orientaciones arquidiocesanas para impregnar la pluralidad de las culturas con la fuerza del Evangelio.
 
2) Iluminar y orientar la religiosidad popular a la luz del Evangelio, asumiendo la pedagogía del acontecimiento guadalupano.
 
3) Trabajar en nuestras parroquias encaminándolas a que se conviertan en espacios de misericordia para todos, de manera preferencial para las personas que viven en las periferias geográficas y existenciales.
 
4) Asumir como organización de nuestra acción pastoral las tres tareas básicas: Pastoral Profética, Pastoral Litúrgica y Pastoral Socio-Caritativa, para lograr una pastoral orgánica y de conjunto que sea expresión de nuestra comunidad pastoral.
 
5) Buscar que las tres comisiones y sus respectivas dimensiones estén impregnadas del Espíritu Misionero que nos propone la Arquidiócesis de México para alentar la misión permanente como expresión de la Nueva Evangelización.
 
6) Lograr que los equipos sectoriales y los consejos de pastoral parroquiales, liderados por su párroco, impulsen la nueva etapa de la misión permanente, involucrando a las nuevas generaciones.
 
Estas líneas serán asumidas por las diversas comisiones y dimensiones de la VIII Vicaría.
 

V.- Nuestras líneas de programáticas. Una mirada correcta.

Pastoral Profética: Busca anunciar el mensaje de Jesucristo y hacer presente la misericordia de Dios.
 
Pastoral Litúrgica: Desea cuidar la adecuada celebración del Misterio Pascual de Cristo como manifestación misericordiosa del Padre.
 
Pastoral Socio-Caritativa: Busca promover una experiencia de encuentro con el Dios Misericordia presente en las personas vulnerables.


VI. Responsables y evaluación.

Los medios por los cuales concretamos nuestros objetivos y líneas programáticas serán:
 
Los responsables de las comisiones y de las dimensiones, presentarán por escrito proyectos y programas de cada año al Delegado de Pastoral y al Obispo.
 
El Delegado de Pastoral, con los Decanos, evaluará cada año a nivel vicarial, decanal y parroquia el cumplimiento de los objetivos de este plan pastoral.